jueves, 21 de julio de 2011

RECUERDOS

(El río)

«Algunas veces la vida no es otra cosa que un almacenar recuerdos que se quedan ahí, intocables e inutilizables. Montañas de fotos guardadas, casi siempre inservibles, que nunca contemplamos más, junto a sus interminables tiras de negativos pendientes de clasificar y ordenar en hojas y álbumes sin sentido.
¿A qué tal orden o clasificación? 
¿Para qué serviría todo eso?
Un buen día decidimos removerlo todo y empezamos una revisión frenética y sin criterio alguno. Y entonces, sin quererlo, aparecen aquellas imágenes en negro del verde río del padre, que acaban reposando junto a los libros de poesía y nos sirven para marcar las páginas de la lectura nocturna: siempre nocturna, nunca diurna.
Comienzan a surgir todos aquellos recuerdos de la infancia.
Las fotos de la niñez constituyen el sendero de la identidad personal. Permiten acreditar tal identidad ante los niños. Mostrar esas fotos de infancia a los niños ayuda a transmitirles ―así nos gustaría creer que lo comprenderían― que también fuimos niños, que en nuestro interior habita aún un niño.
Por fortuna siempre hay padres que guardaron y conservaron fotografías de infancia, imágenes que, aunque no siempre facilitan retomar o reconstruir recuerdos, ayudan a sostener y reivindicar esa identidad de niño. Es esa identidad la que asoma cuando tratamos de enseñar a un niño discurriendo por las sendas de la lengua, por los caminos de palabras que encierran los libros, los trazos de nuestras fantasías que nos autorizan como sus maestros y que nos llevan siempre a recordar en quién pensamos cuando nos pensamos como padres, cuando nos sentimos como maestros.»


(«¿En quién piensa el profesor cuando se piensa como profesor?»)




(Condición de padre - Condición de hijo)